Nieve y Azucar

En Rumania, a la sombra de los helados bosques, muchos demonios invertían el tiempo de su fin de semana para salir de cacería a sus terrenos. Vigilar como  halcones desde elevadas copas y descargar sus mortales garras sobre cualquier intruso era una manera digna de pasar el tiempo, hacer trazos complicados en la dura corteza de un árbol y marcarla con su aroma también era otra manera en que un macho seguía ejerciendo sus funciones y desde luego enalteciendo el nombre de su clan.

Para Aurion Barsov las mañanas, eran un poco diferentes…

-Amor, ¡buenos días! El clima es maravilloso y esta mañana encontré un nuevo nido de gorriones en uno de los arboles de aquí cerca – Aurion sintió como un delgado pero notable peso caía sobre él, que aun se mantenía entre las sabanas –Aurion, ¡querido, anda abre los ojos!

La cariñosa y melodiosa voz insistió un par de veces más antes de lograr que el demonio de blancos cabellos abriera únicamente uno de sus ojos, con mayor exactitud el derecho. Aquella joya de gélido color apenas y enfoco adecuadamente el adorable  y gentil rostro de Zankiel, enmarcado por cortinas de sedoso cabello castaño y con dos esmerarlas por ojos.

-¿Go…-El demonio tuvo que aclararse la voz antes de poder hablar de nuevo –¿Gorriones?
-¡Si! ¡Si!  Oh Aurion son tan adorables, la madre les lleva pequeños insectos que atrapa y los pichones lo comen todo mientras hacen un ruidito más o menos así

Cuando el arcángel comenzó a imitar a las pequeñas aves, Aurion abrió los ojos  por completo y la mente comenzó a aclarársele, librándose por completo del mundo de los sueños. Zankiel levantaba el rostro ligeramente cerrando  los labios formando una pequeña “o” con ellos, su garganta gorjeaba delicadas notas muy agudas tratando de imitar en todo lo posible el trinar de las jóvenes aves, su espectador permitió que aquel sonido siguiera un instante mas y repentinamente el imitador de los gorriones fue jalado por unas manos fuertes y cuidadosas que lo envolvieron en un cálido abrazo.
-Si no te gusta como los imito solo tenías que decírmelo
-Al contrario, creo que acabo de enamorarme de un gorrión

El demonio sintió agitarse el cuerpo del arcángel a causa de una risa silenciosa y sin poder evitarlo llevo sus labios a unirse con los otros en un beso húmedo y cálido, la boca de Aurion tenía cuidado en no exponer demasiado sus colmillos de cazador mientras Zankiel hacia de la labor un esfuerzo titánico, al demandar en el beso la demostración absoluta de la pasión que ambos sentían.

-Espera…espera –El castaño hablaba entre besos, su pareja tomaba poco a poco su lugar en la cama pretendiendo llevar los besos a un terreno distinto-Aurion…espera, no quiero pasarme el día en cama yo… ¡Aurion!

Zankiel se rio deliciosamente al sentir la lengua del demonio en su cuello, pero se obligo a mantenerse firme y aparto al otro con suavidad, suspirando al ver la mirada depredadora en los ojos salvajes.

-¿Qué sucede? , ¿Por qué no quieres quedarte en cama? Hay muchos beneficios de no salir y apuesto a que encontrare diez maneras diferentes de convencerte para quedarte entre estas sabanas

Zankiel sintió un cálido rubor subir a sus mejillas cuando la rodilla de Aurion encontró espacio entre sus piernas, conteniendo un poco el aliento tuvo que jadear para poder hablar.
-Quiero un helado…

La sencilla frase rompió la atmosfera, Aurion rugió desde el pecho sin despegar los labios y se aparto de Zankiel mirándolo entre curioso y frustrado.

-¿Perdona?
-Quiero un helado…-El arcángel desvió la mirada solo para reunir valor y mirar a su pareja de nuevo con una enorme sonrisa –Quiero un helado de muchos sabores, es fin de semana y quiero que bajemos al pueblo a conseguir un delicioso helado y a caminar tomados de la mano y te mostrare el nido de los gorriones  ¿si? – Los ojos verdes brillaron con emoción poco disimulada y el demonio sintió un tic discreto extenderse  a su ceja –Por favor… por favor Aurion, anda bonito

El tic se transformo en un ligero dolor de cabeza.

-Zankiel, yo no iré al pueblo a mezclarme con los humanos para buscar una golosina… ¡humana! – Una mueca de asco transfiguro las elegantes facciones, la sola idea de caminar por el pueblo percibiendo el hedor de las carnes humanas logro que Aurion se estremeciera con absoluto descontento.

-Pero…
-Dije que no
-¡Pero es que Aurion!  La vainilla y la cereza y…y… ¡el chocolate!
Zankiel sujeto el pijama del demonio tratando de convencerlo.
-¡No me interesa ni la vainilla ni la cereza ni el chocolate y a los malditos gorriones se los puede comer un halcón y a mí me da lo mismo¡
Aurion salió de la cama diciéndose y jurándose una y mil veces que no había nada lo suficientemente poderoso para hacerlo mezclarse con los humanos por voluntad propia, pero entonces un ruidito lo congelo en su lugar, aquel  sonido roto no era el gorjeo de un pajarito y sin embargo cautivo el corazón del demonio atándolo con cadenas de esclavitud, el suave sollozo de Zankiel logro que el demonio cerrara los puños con fuerza y se girara de inmediato regresando a la cama como un león afligido, pretendiendo lamer las heridas de su hembra.

-Yo, no quise decir eso- Carraspeo incomodo – No quiero que nada les pase a tus  gorriones y… y podemos ir al pueblo a buscar ese helado
Hubo un instante de silencio en el que  Aurion espero sintiendo crecer su angustia.

-No…no tienes que molestarte por mi – Zankiel se negaba a mirar al otro pero busco refugio en los brazos de su pareja recargando su mejilla contra el fuerte pecho que le brindaba seguridad- Yo entiendo que no te gusten los humanos… ni los gorriones porque eres un demonio y aunque seas lindo conmigo se que odias todo lo demás y también entiendo cuanto te molesta el aroma de las personas , y el sonido del pueblo así que…-La voz del arcángel bajo unos cuantos decibeles – En realidad no quiero ese helado.

Aurion se maldijo en todos los idiomas que conocía, sus músculos se tensaron ligeramente y sin dudarlo ni un segundo se puso en pie con el otro en brazos.

-Iremos al pueblo a buscar ese helado, ya no es una invitación, me acompañaras al pueblo con esos apestosos humanos y compraremos el helado más grande y delicioso que hayas probado jamás

Zankiel miro sorprendido a su pareja y cuando Aurion salto por el balcón de la habitación la sonrisa regreso al rostro del castaño.

-¡Espera bobo, aun vas en pijama!

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El sufrimiento de Aurion comenzó varios metros antes de llegar al pueblo, Zankiel le había mostrado el famoso nido de los gorriones y juntos habían reforzado con un par de ramas el hogar de las aves, además de aquello,  Aurion había marcado el árbol para que su aroma mantuviera a los depredadores lejos y aunque  él no sentía ninguna fascinación por los animalitos el ver la sonrisa emocionada de Zankiel era el incentivo perfecto para hacerlo desear proteger a aquellos seres. Ahora, mientras entraba en el pueblo, su delicado olfato le provocaba un malestar general, las nauseas eran algo de lo que no podía escaparse, Zankiel no llevaba mucho tiempo en su vida y el demonio estaba acostumbrado a que su contacto con los humanos solo se llevara a cabo si el humano en cuestión terminaba muerto, ahora que el arcángel estaba su lado había asistido al pueblo para tener algunos trabajos provisionales pero la falta de contacto con la raza inferior  aun provocaba que Aurion se sintiera enfermo entre la común humanidad.

-…Y entonces le dije a Rafael que teníamos que cuidar esa parte del mar ¿sabes?,  nadie se preocupa jamás por los peces todos creen que las cosas peligrosas solo pasan sobre la tierra pero los peces también merecen protección y… ¿Me estas escuchando amor? –Zankiel clavo la mirada en su pareja que lucía mas pálido de lo usual, Aurion le regreso una sonrisa débil pero se mantuvo firme.

-Si claro, hablabas sobre los derechos de los peces
Zankiel libero de entre sus labios una hermosa risa y robo un rápido beso al demonio, encantado con él.
-Pareciera que no te sientes muy bien – La frágil mano del arcángel subió hasta tocar la frente de Aurion que retrocedió un paso con gentileza.
-Estoy perfectamente, anda busquemos ese helado
El demonio cerró los ojos un instante conteniendo un mareo, la ansiedad de contener el deseo de despedazar a los humanos le estaba alterando los nervios. Por suerte, Zankiel parecía conocer el camino indicado a una tienda de helados y confites, al atravesar la puerta una campanita anuncio su llegada y el hombre detrás del mostrador levanto la vista hacia los recién llegados regalándoles una sonrisa apenada.

-Lo siento, pero por hoy se ha terminado todo el producto
Aurion frunció el ceño.
-¿Disculpe?
-Digo que, si buscan helados es una verdadera pena pero ya no me quedan, el clima esta tan magnífico como hace años no lo veíamos y tal  parece que toda la gente del pueblo decidió comprar helados
El tendero sonrió satisfecho, era obvio que había tenido una venta magnifica aquel día, pero su buen humor contrastaba violentamente con  el aura oscura que emanaba Aurion.
-Rumania está llena de nieve…y ¿usted me dice que ya no tiene helados?
Aurion dio un paso al frente de forma amenazadora pero de inmediato sintió la mano de Zankiel sujetar la suya con firmeza.
-Querido, en realidad no importa,  es maravilloso que este hombre haya tenido tan buena fortuna, anda lo único que tenemos que hacer es buscar otro lugar
Aurion murmuro algunas malas palabras entre dientes mirando al hombre de la tienda como si él fuera el culpable de las mayores desgracias del mundo, pero finalmente siguió obedientemente a Zankiel pensando que en efecto, solo tenían que buscar en otro lugar.

La mala suerte fue compañera de la pareja aquel día, en un lugar tras otro la respuesta era la misma: una falsa sonrisa y un –“Lo sentimos no hay mas helado”  El demonio sentía su malestar incrementarse y varias ocasiones estuvo a punto de rugir exigiendo la maldita golosina, sin embargo Zankiel lo hacía mantener la calma y para aquella tarde derrotados y cansadosel par finalmente salía del pueblo sin haber conseguido lo que buscaban.

-Bueno…será otro día, supongo que simplemente no tuvimos suerte
Zankiel abrazaba el brazo de Aurion recargando su mejilla contra este, el demonio no respondió, aspiraba el aire frio con toda la fuerza que podía, limpiando su organismo del aroma de los humanos, no fue hasta llegar a casa y ver el rostro triste de Zankiel que  Aurion comprendió lo importante que era el hecho de no haber obtenido un helado.

-Zank… mañana iremos de nuevo si quieres –El de cabellos plateados busco los labios de su pareja, los encontró en un beso que no recibió respuesta.
-No… está bien, es solo que quería que este día fuera perfecto, hacia mucho que no salíamos a pasear y – se rió tratando de restarle importancia al asunto – De cualquier forma no me agradan tanto los helados

El castaño suspiro y se separo de su pareja, Aurion lo dejo marcharse hacia la cocina donde seguramente comenzaría a preparar la cena, para el demonio era difícil entender como algo tan insignificante como un helado podía afectar el humor de su pareja de aquella manera, pero lo cierto era que también le resultaba difícil comprender por qué Zankiel se había convertido tan absolutamente en su razón de vivir una fuerza casi devastadora que lograba afectar cada parte de su ser.

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La noche cubrió Rumania, con sus galas de rayos de luna, con sus sombras de trazos delicados y con un viento agradable que entonaba su canción arrastrando algunas hojas muertas en un vaivén calmo y fugaz.
-¿Quieres un poco mas de carne?
La peculiar pareja consumía su cena a la luz de unas velas que al derretirse formaban con su cera decorados impresionistas en la madera de la rustica mesa.
-No, así está bien

Ambos se sonrieron y siguieron con sus alimentos intercambiando alguna que otra caricia pero ahorrándose las palabras, la tarde no había sido grata para ninguno de los dos y parecía que ambos preferían olvidar su mal día.

-Zankiel
Aurion dejo de comer repentinamente y miro directamente hacia su pareja que, extrañado por el comportamiento del demonio también soltó sus cubiertos.
-¿Que pasa? – La mirada inocente del arcángel busco algún signo de molestia en el rostro de su compañero  para atribuirlo de inmediato al hecho de que la cena tuviera algún defecto, pero Aurion se puso en pie y  tomo una copa del estante mas próximo –Aurion, ¿Qué estás haciendo?
El rumano no se explico, salió de la cocina y regreso un instante después sin permitir que Zankiel viera lo que llevaba en las manos.
-Me estas poniendo nervioso, ¿Qué estás haciendo? ¿Qué tienes ahí?
De  nuevo no hubo respuestas, el castaño pudo ver como las puertas de la alacena se abrían, un frasco que no reconoció fue tomado por Aurion y después el sonido de una cuchara esparciendo algo fue la gota que derramo el vaso de su curiosidad. Justo cuando Zankiel se puso en pie para exigir una explicación al raro comportamiento del otro, Aurion coloco frente a su vista una copa llena de nieve,  bañada con azúcar.

-Se que no es un helado, y no es vainilla ni cereza ni chocolate…. Solo son azúcar y nieve, pero es lo más cercano que  puedo ofrecerte a un helado – lucia ligeramente apenado – En el pueblo, me sentía tan mal con todos esos aromas y todas esas presencias que no puse realmente empeño en complacerte… y no puedo vivir sin complacerte Zankiel
El demonio coloco la copa entre las manos de su pareja besándolas con devoción.
-¿Aceptarías provisionalmente un poco de nieve y azúcar?
Zankiel no dudo en pasar la  punta de su rosada lengua sobre la superficie fría y dulce, se sonrió lleno de amor y levanto la vista hacia Aurion.

-Nieve y azúcar son para mí el helado más delicioso que he probado jamás… bobo Aurion

Cuando el ángel tomo otro bocado del improvisado helado y llevo sus labios contra los de su pareja, el demonio tuvo que aceptar que Zankiel decía la verdad…


…la nieve con azúcar era el sabor de helado mas delicioso que hubiera probado jamás.